La isla de San Andrés siembra corales para restaurar sus arrecifes
En la estrategia, que consta de seis etapas, participan las fundaciones Corales de Paz y Helps 2 Oceans, así como el Movimiento Ambientalista Colombiano.
La degradación de los arrecifes coralinos que pintan de siete colores el mar de la isla colombiana de San Andrés dio pie a un proyecto de restauración a gran escala que propone el cultivo y la siembra de más de 10.000 corales e involucra a pescadores y turistas.
Concebida bajo el nombre "Más grande, más efectivo", esta iniciativa busca salvaguardar los arrecifes amenazados por el cambio climático, por el desarrollo costero y la contaminación en esta isla, la principal del archipiélago caribeño de San Andrés, Providencia y Santa Catalina.
En la estrategia, que consta de seis etapas, participan las fundaciones Corales de Paz y Helps 2 Oceans, así como el Movimiento Ambientalista Colombiano.
"Como solución al deterioro de los arrecifes, nos planteamos la meta de emprender la restauración coralina a gran escala más grande del país", relató a Efe el director Corales de Paz, Phanor Montoya Maya.
Con el propósito de restaurar miles de fragmentos de coral sobre grandes áreas de arrecifes afectados, un equipo de biólogos, buzos y ambientalistas trabaja en las aguas de San Andrés, específicamente en la Reserva de la Biósfera Seaflower, así declarada por la Unesco.
"El objetivo no es hacer únicamente guarderías (de corales) ni trasplantarlos, sino recuperar un arrecife y los servicios que presta", precisó el biólogo.
Un informe sobre cambio climático presentado el mes pasado por el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales de Colombia (Ideam) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) reveló que San Andrés, poseedor de unas 85 especies de coral, será el territorio más afectado por el cambio climático en el país.
"Hay una preocupación muy grande por ese impacto. El cambio de la temperatura y la acidificación de los océanos está matando a los corales", expresó a Efe el fundador del Movimiento Ambientalista Colombiano, Camilo Prieto, quien agregó que la campaña en marcha ayudará a "la mitigación de ese impacto".
La estrategia tomó como ejemplo un programa en las islas Seychelles, en el océano Índico, en el que biólogos, entre ellos Montoya, lograron cultivar más de 40.000 colonias de coral y trasplantarlas a un arrecife degradado.
Esa siembra permitió que dos años después se duplicara la tasa de recuperación natural y el número de peces.
En la isla colombiana, con el aval de la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina (Coralina), la tarea comenzó con la remoción de residuos del mar.
El buzo Jorge Sánchez Berrío, vocero de Helps 2 Oceans, explicó que han ganado terreno con la "rehabilitación ecosistémica" de dos lugares de los que fueron retiradas 17 toneladas de residuos.
Esta iniciativa es respaldada también por Conservación Internacional Colombia y la Asociación Europea de Conservación al Aire Libre (EOCA, por su sigla en inglés), que financia hasta con 30.000 euros proyectos de conservación en todo el mundo.
Por abordar una amenaza a especies y hábitats, la EOCA incluyó el programa de San Andrés en una votación vía web con otros cinco proyectos que comenzó esta semana y terminará el 18 de octubre, para dar al ganador apoyo financiero.
Los otros concursantes son la conservación de pingüinos en peligro de extinción en Sudáfrica, reducción del plástico en las escuelas costeras en Guatemala, limpieza de aventura en playas de Grecia, construcción de un santuario de tiburones en Filipinas y eliminación de toneladas de contaminación plástica en el Reino Unido.
Mientras avanza la competencia, que apareció como una opción para su sostenibilidad financiera, la iniciativa de San Andrés se afianza con las primeras guarderías de corales en zonas como Bajo Tranquilo y North West Point, donde las especies serán cultivadas entre 12 y 15 meses.
Para aumentar el impacto del proyecto, los promotores involucran a buzos recreativos, turistas y pescadores, quienes desarrollarán "prácticas de conservación, entre ellas suprimir la pesca del pez loro, y socializarán la estrategia en las comunidades", según Montoya.
Con ello esperan llevar a los nativos y visitantes un mensaje: "sin arrecifes no tendríamos turismo, protección costera ni pesca", resume.
Jeimmy Paola Sierra-EFE